Pequeño homenaje a una GRAN LUCHADORA

Seguramente tú y yo jamás deberíamos habernos conocido si la vida hubiera transcurrido como debería haberlo hecho. Pero el INFAME 10 de marzo de 2015 hizo que nos encontráramos. ¡¡Muchísimas gracias destino!!

Desde el primer momento te supe especial; especial por cómo afrontabas la enorme injusticia que se había cebado con tu familia; especial por cómo desde tu desgracia transmitías tanta energía positiva a todo aquel que la quisiera acoger; especial porque siempre te sentía a mi lado; especial porque en todo momento tuviste palabras de apoyo y cariño, mucho cariño; especial porque aún sin conocernos supe desde el principio del principio que me eras tremendamente familiar...

Dicen que la sangre te hace pariente pero que la lealtad te hace familia; y tú, desde mucho antes de conocernos en persona, ya formaste parte de mi familia forever and ever. 

El sábado me enteré del fatal desenlace. No podía dar crédito a lo que me estaban contando. Sabía que estabas enferma, de vez en cuando tardabas en aparecer en nuestras furtivas comunicaciones, pero siempre lo acababas haciendo. Repasando nuestra última conversación no he podido contener las lágrimas porque tuviste el altruista gesto de hacerlo el día de mi cumpleaños y sabiendo cómo estabas, no dudaste en seguir pidiendo por mi salud cuando la tuya era tan crítica. Tu enorme corazón no te podía caber en el pecho. 

Fue todo un honor poderte conocer en persona a ti y a tu marido. ¡¡Qué pena tan grande no haberte podido conocer en otras circunstancias!!, pero la vida en demasiadas ocasiones es así de caprichosa e incomprensible. Y como tal hay que aceptarla, aunque sea con toda la resignación del mundo.

Me apesadumbra que te hayas ido sin poder ver que todos estos que han hecho tanto daño a tu familia en particular, y a tanta y tanta gente en general, todavía no han recibido lo que se merecen. Pero lo van a recibir por mucho que ahora vayan haciendo el bobo por las redes sociales intentando blanquear todo el daño que han hecho a tanta y tanta gente. (En alguna ocasión pienso que son todos tan necios que necesitarían nacer 200 veces para que fueran conscientes del mal que han hecho). Ya sabes que no creo en cielos ni en infiernos, pero estoy convencido que el purgatorio se pasa en éste mal denominado valle de lágrimas. 

Si en el mundo hubiera más gente como tú y menos como todos ellos, segurísimo que sería un lugar mucho mejor. De eso no me queda la menor duda.

Hoy no hay fotos, ni imágenes, ni nada por el estilo, ni el "intenten ser felices". Hoy tan solo va a haber un "se te quiere", siempre te lo he dicho y hoy tiene más relevancia que nunca, y lo que siempre me has dicho tú durante todo éste triste periodo: "abrazos catedralicios".

Montse, allá dónde estés, que sepas que siempre se te querrá.

 

 

 

 

 

 

 

 

¡¡Abrazos catedralicios!!