La tasa de supervivencia al cáncer de estómago es del 31 %
Ésta estadística refleja el hecho de que la mayoría de las personas con cáncer de estómago reciben el diagnóstico cuando el cáncer ya se ha diseminado a otras partes del cuerpo. Si el cáncer de estómago se detecta antes de que se haya diseminado, la tasa de supervivencia a 5 años es generalmente más elevada, pero depende del estadio del cáncer que se encuentre durante la cirugía. Si el diagnóstico y el tratamiento del cáncer se realizan antes de que se disemine a otras partes fuera del estómago, la tasa de supervivencia a 5 años es del 67 %. Si el cáncer se ha diseminado hacia los tejidos o los órganos circundantes o los ganglios linfáticos regionales, la tasa de supervivencia a 5 años es del 31 %. Si el cáncer se ha diseminado a una parte distante del cuerpo, la tasa de supervivencia a 5 años es de 5 %.
A uno, que le gustan las matemáticas, que le gusta analizar los datos, y que se ha acostumbrado a mirarlos fríamente, éste es el panorama que sabe que tiene por delante, desde antes del principio del principio. Y ello no ha sido óbice para intentar seguir haciendo su vida e intentar acometer todos y cada uno de sus quehaceres diarios. Paradójicamente la experiencia vivida lleva a tomarte todo con más calma y a la vez a tener prisa por concretarlo todo, porque eres consciente de que estás muchísmo más cerca del final que del principio, y sería placentero poder acabar todo lo iniciado. (Ello puede provocar que haya gente, incluso muy cercana, que no llegue a entender ciertas prisas vitales). Voy a seguir soñando, planificando e intentando llevar todo a buen puerto. La esperanza es lo último que se pierde, y mientras que el optimismo dice ciegamente “todo va a salir bien”, la esperanza confía en que, aún en situaciones aparentemente sin salida, la vida nos puede sorprender con algo que no imaginábamos. Pero bueno, el tiempo dirá...
Hoy es el tercer aniversario de la mayor intervención que se me ha practicado hasta la fecha. Ello quiere decir que aún me quedan dos años para entrar a formar parte de la estadística anteriormente mencionada. Dos años... Pero si como dice el tango "Volver", "veinte años no es nada", entonces dos años es la décima parte de nada. ¿Para qué preocuparse por la décima parte de nada?
Hace algún tiempo escribí un artículo titulado "3 de septiembre", en el que intenté expresar todo mi agradecimiento a los grandes profesionales sanitarios que tenemos en Andorra. ¡¡Porque tenemos unos excelentes profesionales!! Y a todos esos botarates que todavía me siguen acusando de meterme con el país, sin entender que para mí Andorra es "el paraíso", y que si no fuera por todos esos autodenominados "els millors" aún lo sería más, y que tan solo critico a todos aquellos dirigentes que hacen mal su trabajo, decirles que dicho artículo, entre otros muchísimos, sirve de contraargumentación.
Muchísimas gracias Gemma, Silvia, Ramón, María Elena, Eduard, Ricard, David, Mireia, Lluís, Pere, Xavier, Lluís, Santiago, Gemma, Silvia, Estefania, Cheska, Clara, Sandra A., Sandra C., Judith M., Judith A., Naiara, Rocío, Gemma, Puri, Noelia, Aurora, Borja, Félix, Encarna, Katia, Montse, Vero, Virginia, Elsa, Nuria, Magí, Marta, Virginia, Puri, Carmen, Gemma, Silvia, Marteta, Amalia, Alain, Fred, Raúl y Santi, a los que hay que añadir a todo el personal que me ha tenido que trasladar a Urgencias en ya demasiadas ocasiones, y a todos los que día y noche estaís en Urgencias. ¡¡Sois todo un ejemplo de vida!!
¡¡Mi más profundo y sincero agradecimiento a todos!!
Quizás algunos que todavía no se hayan enterado, pero seguimos teniendo las mejores armas para controlar la pandemia; la distancia social, la máscara y la higiene de manos, y que la mejor medicina no se vende en ninguna apoteca. Hay algunas personas que aman el poder mientras que otras tienen el poder de amar. ¡¡Es fácil, muy fácil, elegir!!
Y que tener el hombro correcto en el que apoyar la cabeza, sobre todo en tiempos convulsos, es un auténtico lujazo y tesoro. Y hoy en día hay que saber guardar, y valorar, los lujazos y los tesoros.
Decía Don José Ortega y Gasset que "el defecto más grave del hombre es la ingratitud". E ingratitud, lastimosamente, es de lo que más abunda en ésta nuestra viña. Desde que entramos en el siglo XXI se vino apreciando una pérdida total de valores, de principios, de una falta total de respeto por todo y por todos. Ello nos condujo irremediablemente a la crisis del 27 de febrero de 2007. Puede que todas ésas pérdidas hayan sido aceleradas a raíz de la pandemia del Coronavirus, o puede que la progresiva degenaración de la especie humana se percibe claramente en que cada vez nos engañan personas con menos, o nulo, talento.
A los inadaptados, a los que hace décadas no nos creemos ninguna de las mentiras que desde los gobiernos se nos dicen, a los que ponemos en duda, con argumentos, sus "decisiones", a los que nadamos contra corriente, a los mal llamados "ovejas negras" porque nos negamos a ser rebaño, siempre se nos acusa de todo, de todo y de todo. Con los años se aprende a tirártelo todo a la espalda. ¡¡Qué más da lo que digan los demás!!
Aún queda esperanza porque el mundo se empieza a dar cuenta de que hay que volver a los orígenes y darle importancia a todo aquello que realmente la tenga, deshechando todo aquello que sea baladí, innecesario, inútil, nimio, sobrante, superfluo y vacío. Puede que a algunos les cueste entenderlo, pero seguro que con el tiempo la especie humana se sabrá salir.
El altruismo, los buenos modales, la cortesía, la distinción, la educación, la generosidad, la honestidad, la honradez, la hospitalidad, la hulmidad, la nobleza, etc..., deberían ser la cabecera de todas nuestras camas. Y el día que así sea, el mundo será un lugar muchísimo mejor, ¡¡seguro!!
Y antes de meterse en inútiles y profundas disquisciones del por qué de todo y todo, paren un momento y observen lo que tienen a su alrededor. Puede que las respuestas a todas sus preguntas las hayan tenido delante de sus ojos desde que nacieron.
Intenten ser felices.
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