Ya se sabe que la única profesión que no necesita de ninguna preparación es la de político. Literatura sobre ello hay en cantidades industriales. Ronald Wilson Reagan llegó incluso a afirmar que "la política es la segunda profesión más antigua de la Historia. A veces creo que se parece mucho a la primera".
Hace apenas unos días José María Alfredo Aznar López se permitió el lujo de sentenciar que "la calidad de los políticos ha bajado mucho". (Imagino que se refería a los demás políticos porque Dios habla con él. En sus memorias, y cito textualmente, dice: "La primera vez que supe que no era un ser humano corriente, lo recuerdo bien, fue cuando la ETA voló mi coche conmigo dentro. Salí de allí, envuelto en llamas y pensé; ¿como es posible que haya sobrevivido? Nadie se lo explicaba. Los médicos no encontraban una respuesta, tampoco mi personal de seguridad, a todo el mundo le pareció... milagroso. Esa noche soñé con Dios, era una luz, no tenía rostro, pero si voz, me iluminó con su haz y me dijo. "José Mari, si te he salvado es porqué te necesito vivo para que líderes a la humanidad", me dijo un par de cosas más, pero son personales. Aquella experiencia me cambio por completo, desde entonces soy más humilde". En fin...
Pero si hay alguien que caló y definió maravillosamente a todos estos mequetrefes con ínfulas de "sátrapas" no fue otro que el barón Kurt Gebhard Adolf Philipp Freiherr von Hammerstein cuando dijo: "Distingo cuatro clases entre mis oficiales y tropa: los inteligentes, los trabajadores, los tontos y los vagos. En la mayoría de los casos concurren dos cualidades. Los inteligentes y trabajadores son para el Estado Mayor; los otros, los tontos y vagos, forman el noventa por ciento de todos los ejércitos y son muy aptos para las tareas de rutina. El que es inteligente y, a la vez, vago, se califica para las más altas tareas de mando, pues aporta la claridad mental y el aplomo necesarios para tomar decisiones de peso. Del que es tonto y trabajador hay que protegerse; en ése no se puede delegar ninguna responsabilidad, pues siempre causará alguna desgracia”.
En "La Conjura de los Necios" Walter Percy Phinizy define al protagonista, Ignatius J. Reilly, en su magnífico prólogo a la novela: "una especie de Oliver Hardy delirante, Don Quijote adiposo y Tomás de Aquino perverso, fundidos en uno".
En zoología, un carroñero o necrófago es un animal que consume cadáveres de animales sin haber participado en su caza. ¡¡Sin haber participado en su caza!!
Un día de estos, cuando mis quehaceres cotidianos me lo permitan, les hablaré de unos carroñeros que se han apropiado de algo que nunca contribuyeron ni a crear ni hacer crecer, con la pueril intención, su cabeza no da para más, de utilizarlo como plataforma política. Y entonces todos ustedes se podrán hacer una idea de la "altura de miras" de todos esos "vende humos". (Hasta les han tenido que explicar qué es la "tercera vía" porque no sabían ni de lo que hablaban...).
¿Hay algo más peligroso que un tonto? Con permiso del barón Kurt Gebhard Adolf Philipp Freiherr von Hammerstein, rotundamente SI: ¡¡un tonto con iniciativa!!
Intenten ser felices.
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