Per El mosquit contra l'ELEFANT
El Estado andorrano tiene muy poco margen de error. Un país sin materias primas ni capacidad para fabricar bienes está obligado a especializarse en la comercialización de productos y servicios por parte del sector privado, y forzosamente debe tener éxito en el modelo si quiere sobrevivir.
El sector público, es decir, el presupuesto anual de gasto e inversión por parte del Estado, difícilmente será un motor para estimular el crecimiento económico a largo plazo. La deuda pública en circulación, más los compromisos no contabilizados en salud y pensiones de jubilación (agujero de la CASS ), solamente pronostican un incremento de la presión fiscal para lograr una mayor recaudación.
El objetivo prioritario del sector publico debería ser impulsar políticas inteligentes que permitan a emprendedores y empresarios generar nuevos proyectos para atraer a nuevos residentes que contribuyan a equilibrar las finanzas publicas y pagar la deuda.
En nuestro entorno la población decrece y envejece a gran velocidad, y en este contexto el incremento anual de visitantes parece incierto. Andorra es un destino turístico con potencial, pero los nuevos consumidores a medio plazo difícilmente tendrán las mismas necesidades que en los últimos 50 años. Así, el gran reto del país es sostener un crecimiento de nuestra población por encima de la media europea y conseguir redistribuir el coste anual del sector publico entre mas contribuyentes y que la carga fiscal individual se mantenga competitiva, en caso contrario casi nadie querrá residir en Andorra. Evidentemente, también habrá que realizar continuos ajustes del sector público para no hacer insostenible el modelo de crecimiento.
Los sectores tradicionales, el turismo y el comercio, continuarán siendo pilares de nuestra economía, pero lamentablemente la Banca está perdiendo gran parte de sus inversores al no poder ofrecer ni opacidad fiscal ni seguridad jurídica. Hay que pensar que el sector deberá redimensionarse y ajustarse a las necesidades del país, esto supone un gran impacto en la renta neta de los consumidores locales.
Hasta la fecha el Govern de Antoni Martí, se ha caracterizado por políticas estúpidas, es decir, decisiones que perjudican a todo el mundo, incluso a ellos mismos aunque no lo sepan. El Govern ha desatendido su principal misión que consistiría en abonar el terreno para que el sector privado tome la iniciativa de la actividad económica. Abonar el terreno quiere decir garantizar la seguridad jurídica, estimular la entrada de nuevos inversores y dar la bienvenida a nuevos residentes.
Lógicamente los mejores nuevos residentes son los que aporten mas valor añadido, con las rentas mas altas y con la mejor formación posible, pero estos mismos candidatos son atraídos por alternativas competitivas como Barcelona o Toulouse con mejores comunicaciones, oferta sanitaria, cultural y educativa.
Frente a esta realidad difícil de modificar, nuestra única alternativa es ofertar un país seguro, pero no solamente en términos de seguridad ciudadana sino también en términos de garantías jurídicas para los derechos fundamentales de las personas y de su patrimonio. Un país donde las personas puedan trabajar y descansar con la tranquilidad que el Gobierno garantiza un clima de confianza.
Necesitamos a nuevos residentes, a nuevos emprendedores que crean en Andorra para vender sus productos y servicios en Andorra y desde Andorra, pero para lograr este paradigma virtuoso positivo, hace falta que el Govern se equivoque poco, hace falta que el Govern defina que relación quiere con Europa y hace falta que saque a Andorra de conflictos internos con repercusiones mediáticas en nuestra área de influencia.
El caso BPA, es un buen ejemplo de lo que no hay que hacer, el Govern avala la gestión de la crisis, la avala impulsando leyes retroactivas, la avala con el corralito que afecta a miles de clientes residentes o potenciales residentes, la avala querellándose contra particulares en un caso ya judicializado, la avala con un Ministro de Finanzas que se declara sin motivaciones ni ganas y con un gran desgaste personal y emocional, la avala sin ideas ni visón ni tan solo para el corto plazo.
Toda etapa tiene un principio y un fin, muchas veces para solucionar un conflicto hay que cambiar de interlocutores, seguramente estamos llegando al final de etapa del Govern de Antoni Martí y seguramente será la mejor manera de pasar página a este final de ciclo lamentable para Andorra y sus residentes.
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