Me habría encantado conocerte en persona. Me habría encantado tomar un montón de largos cafés, fuera de tu programa, contigo. Tú y yo, solos. Me habría encantado platicar contigo sobre cualquier tema. Me habría encantado que hubiésemos sido amigos. Pero ya no va a ser posible. (Me encantaría creer que habrá tiempo de hacerlo en cualquier otra dimensión).
Me encantaban nuestras conversaciones por las redes sociales. ¡¡Benditas redes sociales!! Gracias a las redes sociales me pude poner en contacto contigo. Gracias a las redes sociales descubrí a la gran persona que había en el otro lado. Y aunque discrepábamos en ciertas cosas, siempre desde el más profundo respeto mutuo, éramos capaces de llegar a entendernos. Nunca he acabado de entender cómo desde tu casa, en teoría la de TODOS, se ha obviado el medio en el que colaboro. Incluso hoy, que he puesto la televisión para ver tu programa en directo, compruebo que se le sigue obviando. Tanto da. Más de una vez, tu ordenador te delataba y los cámaras no estaban al loro, te he pillado leyendo l'Altaveu. ¡¡Gracias!!
Era, lo fui durante muchísimo tiempo, un fiel e incondicional seguidor de tu programa, pero a la americana. Yo soy de los que sigo personas, que no a los equipos. Te admiro a ti, que no a muchos de los personajes que han aparecido en tu programa. Y te respeto a ti, que no a muchos de los personajes que han aparecido en tu programa. Y dejé de seguirlo; mis quehaceres cotidianos me lo impedían. Y un buen día, por casualidad, sintonice tu programa, pero tú no estabas. Es cuando te pregunté: "Va todo bien???????". Y me contestaste que tenías afectado un nervio de las cuerdas vocales, y que necesitabas de logopedia para recuperarlo. Era el 5 de marzo de 2020.
Entendí que había que dejarte tu espacio para tu lenta recuperación, y es lo que hice. De vez en cuando te preguntaba por tu recuperación, y es cuando me hablaste de que seguías remando. Intenté darte ánimos porque en eso de "recuperaciones" me he convertido en todo un experto. La última vez hace apenas tres semanas...
Y ayer me entero de la tristísima noticia. He de reconocer que en muchísimas ocasiones no acabo de entender el ritmo de la vida. Y contigo me ha pasado. Demasiado joven para marcharte, demasiado joven. Demasiadas cosas todavía que decir. Demasiadas cosas todavía por hacer. La vida muchas veces es incomprensible para mi cabeza.
Y lo más paradójico de todo es que el mejor y más grande comunicador de Andorra nos deja en silencio, sin palabras. Su silencio.
Me habría encantado conocerte en persona. Me habría encantado tomar un montón de largos cafés, fuera de tu programa, contigo. Tú y yo, solos. Me habría encantado platicar contigo sobre cualquier tema. Me habría encantado que hubiésemos sido amigos. Pero ya no va a ser posible. (Me encantaría creer que habrá tiempo de hacerlo en cualquier otra dimensión).
Allá dónde estés, sigue remando.
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